06 marzo 2023

El Falocristo: Introducción e índice

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Καὶ τῷ σπέρματί σου, ὅς ἐστι Χριστός. 
Y a tu esperma, que es Cristo.

Et semini tuo, qui est Christus.
Y a tu semen, que es Cristo.
Gálatas, 3.16

Ὁ σπείρων τὸ καλὸν σπέρμα ἐστὶν ὁ υἱὸς τοῦ ἀνθρώπου.
τὸ δὲ καλὸν σπέρμα οὗτοί εἰσιν οἱ υἱοὶ
El que siembra el buen esperma es el Hijo del hombre.
el buen esperma son los hijos

Qui seminat bonum semen est Filius hominis.
bonum vero semen hi sunt filii
El que siembra el buen semen es el Hijo del hombre.
el buen semen son los hijos
Mateo, 13.37,38

Christum in substantia corporis non fuisse
Christum autem non in substantia carnis fuisse
 

Cristo no ha existido en la sustancia del cuerpo
Cristo no ha existido en la sustancia de la carne
Pseudo-Tertuliano, Adversus omnes haereses, 1.4, 2.4


ἰδοὺ γὰρ αἱ ἱεραὶ λεγόμεναι βίβλοι παρ’ ὑμῖν καὶ μύθους περιέχουσιν, ἐφ’ οἷς εἰώθατε γελᾶν ὅταν ἄλλων διεξιόντων ἀκούητε.
Pues he aquí que los libros que vosotros llamáis sagrados también contienen mitos, de los cuales soléis reíros cuando los oís contados por otros.

Filón, De confusione linguarum, 3 

καὶ μηδεὶς ἀπατάσθω κενοῖς μύθοις.
y que nadie sea engañado con mitos vacíos.

San Epifanio, Panarion, 55.3



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Este blog trata sobre el mito principal del cristianismo: el Hijo de Dios y el Hijo del hombre. Los dos eran un mismo mito. El Hijo del hombre no fue un hombre histórico, sino un mito inventado por los autores de los evangelios.1 Y el Hijo de Dios era el Semen de Dios (σπέρμα αὐτοῦ / semen ipsius, 1Jn 3.9), que era el mismo que el Semen o el Hijo del hombre (semen = hijo),2 pues Cristo está en vosotros (Christus in vobis est, Ro 8.10, 2Co 13.5).
Visto como el Padre de todos (Ef 4.6), el que engendra o hace la vida,3 el que da,4 el que multiplica,5 y el que siembra el esperma,6 Dios era un Falo, identificado con el Sol, como fuente de la vida. Fuera de la fantasía, el Falo es el único Padre que existe, y el símbolo propio del poder creador era el Falo. El hombre de la antigüedad pensaba que el principio de todas las cosas era un semen o semilla (ἀρχὴ σπέρμα), y por esto Dios era visto como un Falo cósmico o Padre celestial. En el mito gnóstico, el primer Padre (προπάτωρ) emitió el principio de todas las cosas como un esperma (καθάπερ σπέρμα),7 y se dice que el esperma del Padre (σπέρμα τοῦ πατρός) contiene en sí al Padre y al Hijo.8 Por tanto, la mitología cristiana era una forma de culto fálico. El tercer elemento de este mito era el Espíritu o Pneuma (πνεῦμα), que era el principio vital del Semen (que no contenía espermatozoides, sino Pneuma). Así quedaba constituida la Trinidad: el Padre o Falo, el Semen o Hijo, y el Pneuma, que era lo que hace la vida (τὸ ζῳοποιοῦν, Jn 6.63). También se puede decir que el Semen, que es el Hijo, y que contiene el Pneuma, procede del Falo, que es el Padre, como la luz proviene del Sol.9 El esquema elemental de este mito era el siguiente: Padre = Falo = Semen [ = Pneuma ] = Hijo. El Jesús que describen los evangelios nunca existió, y no fue un hombre real, sino la historización del mito del Hijo de Dios. Y más exactamente, la personificación o hipóstasis del Semen divino, que era también el humano. Puesto que en él estaba la vida (Jn 1.4), el Semen humano, como su igual ficticio el divino, era el agua de la vida, el pneuma de la vida, el logos de la vida, la luz de la vida, el pan de la vida, y el autor o causa de la vida.10 Como es evidente, todas son denominaciones de lo mismo. El Semen de Dios era el Pneuma,11 y el principio vital del Semen era el Pneuma. El Semen era por tanto una sustancia divina, el Logos de la vida, que se podía ver y tocar (1Jn 1.1), beber y comer (el pan de la vida, eucaristía), y bautizar con él, pues el verdadero bautismo se realizaba con Pneuma, y no con agua (Mc 1.8, Jn 1.33, Hechos, 1.5).
  Aunque fui educado en la religión católica, pronto la abandoné. Soy ateo, y fuera del ámbito de investigación de este blog la religión no me interesa nada. Como confesión, la religión me parece detestable, porque está basada en la mentira y la falsedad. La mentira de un Dios inexistente, y la falsedad de un reino de Dios irreal y ficticio, al que ninguno de los hombres ha visto (εἶδεν → ὁράω) ni puede ver (1Ti 6.16). Y por tanto, si Jesús hubiera sido un hombre real, claramente sería falso el enunciado el que me ha visto, ha visto (ἑώρακεν → ὁράω) al Padre (Jn 14.10). En efecto, el que ha visto el Semen o Hijo, ha visto al Falo o Padre que lo eyaculó. El Dios judío y el Hijo judío de Dios eran mitos, como todos los dioses que inventó el hombre. La religión cristiana era mitología, y se basaba en un mito solar (que yo identifico como un Falo cósmico), y no en un hombre real. La afirmación de que Jesús fue un hombre histórico es una ilusión, debida a un entendimiento simplista y erróneo del mito, y a una clara voluntad de engañar de los autores de los evangelios, como lo demuestra sobre todo la resurrección, una ficción evidente presentada como un hecho real. Y lo que en los evangelios es el final, en el libro de los Hechos es el principio, pues comienza exponiendo el mismo mito como un hecho real, y en este fraude manifiesto se insiste a lo largo de todo el libro. Por tanto, no se trataba de un hombre real convertido en un mito, sino de un mito presentado como un hombre real. Los textos están repletos de ficciones y anomalías que demuestran que la historia de Jesús era inventada. Inventados eran su nacimiento y su resurrección, sus milagros y sus discursos. Pero lo que demuestra definitivamente que la historia de Jesús era ficticia es el total desconocimiento de la misma que tenían los autores de las epístolas. Aunque ellos dicen que predicaban el evangelio de Cristo (Ro 15.19; 2Co 2.12, 9.13, 10.14 Gál 1.7), no sabían nada de Galilea ni de Nazaret, ni de los milagros y los discursos que relatan los evangelios. Y esta ignorancia completa es algo que cualquiera puede comprobar mediante el análisis comparativo de los textos.
Durante mucho tiempo yo pensé, como la mayoría de la gente, que Jesús, el personaje que describen los evangelios, había existido realmente y había sido un hombre divinizado o mitificado. No sabía que algunos autores habían negado su existencia. Sin embargo, la divinización de un hombre, siendo este judío, es algo que nunca pudo ocurrir. La deificación era sinónima de idolatría, y no era una costumbre de los judíos, que estaban muy lejos de considerar que un hombre podía ser Dios (Ez 28.29, Os 11.9), y no creían en la existencia del mito del Hijo de Dios (Jn 19.7). Si Jesús hubiera existido, su divinización tenía que pasar necesariamente por un canal judío, pero ese canal no existía, luego Jesús no existió. Nunca pudo existir un judío que se viera a sí mismo como el Hijo de Dios, ni nunca pudo existir un grupo de judíos que vieran así a otro hombre, y menos a uno que fue contado con los criminales (Mc 15.28, Lc 22.37). Los autores de los evangelios eran conscientes de que esto sería una horrible blasfemia (Mc 14.64, Mt 26.65, Jn 10.33). Del mismo modo, para los autores de las epístolas un hombre no podía ser Dios, puesto que se ordena explícitamente que nadie se gloríe en los hombres, y se dice que su fe no estaba en sabiduría de hombres (1Co 2.5,13, 3.21). Más explícito todavía era el autor de Gálatas, pues afirma que el evangelio que predicaba no era según un hombre (κατὰ ἄνθρωπον), y que no lo recibió ni aprendió de un hombre (παρὰ ἀνθρώπου, Gál 1.11,12). Y el autor de 2 Corintios, hablando en plural, decía que no somos competentes por nosotros mismos, sino que nuestra competencia viene de Dios (2Co 3.5). Es evidente que esta forma de hablar excluía totalmente la existencia humana de un Jesús real, puesto que nosotros somos hombres (ἐσμεν ὑμῖν ἄνθρωποι, Hechos, 14.15), y no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo (2Co 4.5). Además, la oposición explícita Dios-hombre que se halla en los textos (Mc 7.8, 8.33, 10.9; Jn 12.43) demuestra que sus autores no pensaban que un hombre real podía ser Dios. La verdad estaba en el mito de Dios, y no en el hombre (Ro 1.25, 3.4), porque las doctrinas de los hombres son todas para la destrucción (Co 2.22). Por tanto, si los evangelios describen un hombre que es el Hijo de Dios, tal hombre no había existido realmente. El mito del Hijo de Dios, por el que todas las cosas existen, y hecho más sublime que los cielos (1Co 8.6, Heb 7.26), no cabía en un hombre real en absoluto, ni en un carpintero (Mc 6.3) que se había criado en miseria y pobreza,12 ni en un vulgar charlatán (seminiverbius) que no había estudiado ni enseñaba como los escribas (Jn 7.15, Mc 1.22), y menos aún en un judío cualquiera que recibió una muerte infame, escándalo para los judíos y locura para los griegos (1Co 1.23). La lucha obstinada contra el gnosticismo demuestra que el motivo principal era eliminar a todos los que negaban la existencia real de Jesús, en la forma en que esta negación está recogida explícitamente en el Nuevo Testamento: no admiten que Jesucristo ha venido en carne (2Jn 7); y en la literatura antiherética: no nació en carne, ni se hizo hombre verdaderamente;13 no fue un hombre ni tomó carne.14
Por otra parte, los textos de la literatura cristiana antigua están tan llenos de mito, que si Jesús hubiera sido un hombre real, habría que admitir que sus autores eran unos completos idiotas. Así por ejemplo, san Ireneo decía explícitamente, entre otras fantasías divinas, que Jesús era el Logos de Dios, el creador de todas las cosas (πάντων ποιητήν), y el creador del mundo (κόσμου ποιητήν, Adv. haer., 1.9.2,3). Nacido en la cuna del pensamiento, y contemporáneo y conterráneo de Galeno, san Ireneo era griego, y decir esto de un hombre real sería un disparate tontísimo en aquel entonces, en una época donde los filósofos griegos habían dejado un excelente legado de sabiduría. Pero incluso para él, un hombre no podía ser Dios, porque Dios no es como los hombres,15 y porque el hombre es infinitamente menor que Dios, y aún no es igual o semejante a su autor, y no puede tener experiencia y conocimiento de todas las cosas como Dios, y no coexistía siempre con Dios, como su propio Verbo.16 Por tanto, su repetida afirmación de que Dios o el Verbo de Dios se hizo hombre 17 se reducía a una fantasía mítica. San Ireneo ratificaba esta absurda fantasía diciendo que ninguno en absoluto de los hijos de Adán es llamado Dios según este.18

Entiendo por mito el conjunto heterogéneo de fantasías divinas que muestran los textos. El mito del Hijo de Dios era un mito literario. En su estructura es un mito ilógico, ambiguo y proteico, pero el análisis textual permite examinarlo, diseccionarlo y comprenderlo. El resultado de este análisis, de cualquier modo que se haga, es siempre el mismo: el protagonista de los evangelios no había existido realmente. Pero antes es necesario saber qué era el Padre, qué era el Hijo, y qué era el Pneuma.
El mito del Hijo de Dios se subdivide en varios mitos o submitos, que están interrelacionados. El núcleo principal de este mito, y lo más difícil de entender, era la resurrección. Ahora la anástasis (ἀνάστασις) me parece algo muy sencillo: una forma mítica de explicar el origen de la vida, para unos hombres que pensaban que el origen de la vida estaba en Dios. Otro mito también difícil de entender, pero íntimamente conectado con el anterior, era el espíritu. ¿Qué era el espíritu de la vida (Ro 8.2, Ap 11.11)? ¿Y por qué era visto como un líquido que se bebía, y se bautizaba con él (1Co 10.4, 12.13; Mc 1.8; Jn 1.33)? La comprensión de este mito depende de las fantasías sobre biología —ciencia que no existía como tal— que tenía el hombre de la antigüedad. Estos dos mitos estaban conectados por medio del esperma (1Co 15.38,44), puesto que la resurrección era vista como una vida nueva (Ro 6.4).
El mito del Hijo de Dios se componía también del mito de las dos parusías. Las dos aparecen yuxtapuestas nítidamente en los textos (no en las epístolas, que solo conocen la segunda, puesto que la primera no había ocurrido), y eran la misma, pues ambas están situadas en el mismo tiempo: en el fin de los días, o de los tiempos.19 San Ireneo lo decía, con las mismas palabras del Apocalipsis (21.6, 22.13), así: en el fin apareció el principio.20 El mito de la parusía duplicada también es difícil de entender. Su comprensión depende del mito del fin del mundo, porque aquellos hombres pensaban que el fin de todas las cosas se acerca (1Pe 4.7). El mito de la parusía estaba relacionado con la fantasía de las profecías. Que en los libros de los judíos se hallaban profecías sobre la parusía del Hijo de Dios era una loca fantasía de los cristianos, rechazada de plano por los propios judíos, como señala Orígenes (Un judío no admite que algún profeta dijo que vendrá un Hijo de Dios),21 pero que en esos libros se hallaran profetizadas, no una, sino dos parusías de Cristo demostraba que la primera no había ocurrido realmente, y que la historia de Jesús era inventada.
En mi opinión, el cristianismo nació de la confluencia y fusión, en Alejandría, de varias corrientes religiosas: la egipcia, la judía y la griega. Lo que ocasionó esta confluencia, además de los factores históricos, fue la traducción al griego de los libros hebreos, conocida como Septuaginta. El nacimiento del cristianismo ocurrió en el siglo II, y no antes; y las epístolas y los evangelios fueron escritos (y reescritos) durante el siglo II, y no antes. Sostengo que la forma original del cristianismo era el gnosticismo. En un principio, gnosticismo y cristianismo no se distinguían: dicen lo mismo y tienen la misma doctrina.22 Solo a finales del siglo II comenzaron a separarse, pero esa separación no se consumó hasta el siglo IV, cuando el cristianismo se convirtió en religión oficial.
Comencé este blog en el año 2006, y desde entonces he trabajado en él constantemente, de modo que el lector tiene condensado en este blog un largo y difícil trabajo de búsqueda, estudio y traducción de textos. Las páginas no están publicadas por el orden cronológico en que las escribí (excepto las de los dos últimos años), y están dispuestas de forma aleatoria. No las hice siguiendo un orden determinado, sino que las fui publicando al hilo de las lecturas que hacía.
Tengo la licenciatura en Filosofía, y para leer los textos de la literatura cristiana primitiva tuve que volver a estudiar griego y latín. Casi todos los textos que figuran en este blog los he traducido yo mismo, siguiendo el criterio de máxima literalidad. En la búsqueda y el análisis de los textos me he guiado por una clave muy sencilla que se repite cuando se habla del origen de la vida: el Esperma o Semen. La palabra griega esperma (σπέρμα) y la latina semen siempre las traduzco literalmente, y no como semilla, para realzar su significado fálico.
Para el hombre de la antigüedad, que no sabía nada de células sexuales, esperma y semilla eran exactamente lo mismo. El semen del hombre era semilla, y la semilla de las plantas era esperma. Procrear era sembrar. Por esta razón, la mujer se identificaba con la tierra, y la tierra era el lugar donde el hombre sembraba su simiente (semen suum, Lc 8.5). La tierra era como un útero, y el útero era como la tierra, y por esto se pensaba que el cuerpo del hombre estaba hecho de tierra. Pero sembrar es enterrar la semilla, y la tierra era también la tumba donde quedaba sepultado o aprisionado el espíritu de la vida que contenía el Semen. La resurrección era vista del mismo modo (1Co 15.35-44), y por esto se dice que somos consepultados con Cristo (consepulti, Ro 6.4, Col 2.12).23 Este es uno de los puntos claves para entender el mito del Hijo de Dios. El Logos de la vida (τοῦ λόγου τῆς ζωῆς, 1Jn 1.1), que es la semilla (semen est verbum Dei, Lc 8.11), se encarna efectivamente cuando el Semen o el Hijo del hombre se siembra en la tierra o el útero. Pero el Hijo de Dios no nació nunca realmente, como lo dice de forma explícita el evangelio de Juan: el que es de la tierra, de la tierra es (Jn 3.31). Y este hombre de la tierra se contraponía al segundo hombre, que era del cielo (secundus homo de cælo, 1Co 15.47). Por tanto, Jesús era un hombre ficticio, y no existió realmente: no nació, ni se encarnó.24 Cuando los cristianos se inventaron un Hijo de Dios nacido de una mujer (Gál 4.4), es decir, de la tierra, suprimieron lo más importante: el semen del hombre, demostrando así que ellos estaban narrando un mito. Si Jesús no nació de esperma de hombre (οὐκ ἀπὸ σπέρματος ἀνδρός), no nació nunca. El doble mito de la encarnación y del nacimiento virginal es una prueba evidente de que Jesús era un hombre ficticio, y se halla en todos los escritores cristianos primitivos. Y a este mito había que sumarle otro: el hecho de que ellos hablaban de la generación eterna o intemporal (ἀχρόνως) del Hijo, como la luz del Sol.
El semen es una sustancia real, que se puede ver y tocar (1Jn 1.1), y el hombre de la antigüedad atribuía el origen de la vida exclusivamente al Semen, pero lo entendía de una forma mítica y divina, puesto que la ciencia de la biología no existía. Al igual que el alma —que era una ficción, y con la cual se identificaba como principio de la vida—, el Semen tenía un origen divino y solar. Los filósofos griegos fueron los primeros que trataron de dar una explicación natural del origen de la vida, pero sus explicaciones estaban llenas de fantasías, y pensaban que el principio vital del semen era el pneuma (πνεῦμα), un principio ficticio que los cristianos identificaban con Dios (πνεῦμα τοῦ θεοῦ, pneuma de Dios; Jn 4.24), que estaba en el hombre (1Co 3.16, 6.19), y que era lo que hace la vida (Jn 6.63; 1Co 15.45; 2Co 3.6). Aristóteles, que fue el primero en escribir un libro sobre la generación, decía que la naturaleza del pneuma que contenía el esperma es análoga al elemento de las estrellas. Este pneuma es calor, dice el gran filósofo, y es igual que el calor del Sol, porque tienen por igual (ὅμως) el principio de la vida (De generatione animalium, 737a). Por esto él podía decir que el hombre engendra al hombre, y también el Sol.25 De esta manera fantasiosa, se identificaban indirectamente el Falo y el Sol, que era un símbolo de Dios.26
El mito central del cristianismo se gestó durante el siglo II, y nació en el seno de la cultura clásica, a la que pertenecía plenamente.27 Y era un mito ternario: un Padre, un Hijo y un Pneuma divinos. Solamente había una realidad que correspondía a este mito, y lo explicaba: el Falo, el Semen, y el principio ficticio del Semen, el Pneuma de la vida (πνεῦμα ζωῆς).28 Este mito ya no tiene vigencia, y persiste solo como un fósil. Sin embargo, el culto fálico todavía sigue vigente en muchos países de Oriente, y mucho más vigente estaba en el imperio romano.



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NOTAS


1. Como lo demuestra el hecho de que la expresión Hijo del hombre nunca es usada en las epístolas como un título para nombrar a Jesús, excepto en Hebreos 2.6 (que es una cita del Salmo 8), y aquí no es un hombre que ha existido realmente, sino un hombre celestial (mítico) del futuro (τὴν μέλλουσαν, Heb 2.5), como el del libro de Henoc. Es necesario tener en cuenta que esta expresión es usada ochenta veces en los evangelios para designar a Jesús, lo cual deja al descubierto el mito si se contrasta con las epístolas. Esta expresión no habría caído en el vacío si Jesús hubiera existido realmente, puesto que sus autores la conocían y dicen que predicaban el evangelio de Cristo (Ro 1.9, 15.19; 1Co 9.12; 2Co 2.12, 9.13, 10.14; Gál 1.7; Filip 1.27; 1Te 3.2; 2Te 1.8).

Además, la expresión Hijo del hombre se emplea siempre en tercera persona en los propios discursos de Jesús, como si este no existiera, lo que demuestra que realmente no había existido. Para darse cuenta de este gran absurdo hay que imaginar, por ejemplo, al presidente de un país hablando siempre de sí mismo en tercera persona.
2. Seed with a pronoun singular is exactly equivalent to son. Cyclopaedia of biblical, t., and e., literature, v.9, p.506.
En la Septuaginta las palabras esperma (σπέρμα) e hijo (υἱος, τέκνον) son correlativas y casi sinónimas (Gén 4.25, 1Sam 1.11, 2Re 11.1-2, Is 57.3-4), y a menudo se emplean juntas. He aquí dos ejemplos:
εἰσῆλθον εἰς Αἴγυπτον Ιακωβ καὶ πᾶν τὸ σπέρμα αὐτοῦ μετ’ αὐτοῦ υἱοὶ καὶ οἱ υἱοὶ τῶν υἱῶν αὐτοῦ μετ’ αὐτοῦ θυγατέρες καὶ θυγατέρες τῶν υἱῶν αὐτοῦ καὶ πᾶν τὸ σπέρμα αὐτοῦ ἤγαγεν εἰς Αἴγυπτον. Gén 46.6
vinieron a Egipto Jacob y todo el esperma de él con él, hijos y los hijos de los hijos de él con él, hijas e hijas de los hijos de él, y todo el esperma de él llevó a Egipto.
γνώσῃ δὲ ὅτι πολὺ τὸ σπέρμα σου τὰ δὲ τέκνα σου ἔσται ὥσπερ τὸ παμβότανον τοῦ ἀγροῦ. Job 5.25
y conocerás que (es) mucho tu esperma, y tus hijos serán como toda la hierba del campo. 
3. τοῦ ζωογονοῦντος / ζωοποιοῦντος, Ro 4.17, 8.11; 1Ti 6.13, Jn 5.21.
4. ἐμοὶ οὐκ ἔδωκας σπέρμα, Gén 15.4.
no me has dado esperma
δῷς τῇ δούλῃ σου σπέρμα ἀνδρῶν, 1Sam 1.11.
que dé a su sierva esperma de varones
5. πληθυνῶ τὸ σπέρμα σου, Gén 16.10, 22.17, 26.4,24; Jos 24.3.
multiplicaré tu esperma
6. σπερῶ τὸν Ισραηλ καὶ τὸν Ιουδαν σπέρμα ἀνθρώπου καὶ σπέρμα κτήνους, Jer 31.27 (Sept., 38.27)
sembraré Israel y Judá de esperma de hombre y esperma de ganado.
7. καὶ ἐννοηθῆναί ποτε ἀφ’ ἑαυτοῦ προβαλέσθαι τὸν Βυθὸν τοῦτον ἀρχὴν τῶν πάντων, καὶ καθάπερ σπέρμα τὴν προβολὴν ταύτην, ἣν προβαλέσθαι ἐνενοήθη, καὶ καθέσθαι ὡς ἐν μήτρᾳ τῇ συνυπαρχούσῃ ἑαυτῷ Σιγῇ· ταύτην δὲ ὑποδεξαμένην τὸ σπέρμα τοῦτο καὶ ἐγκύμονα γενομένην. San Ireneo, Adversus haereses, 1.1.1.
y en algún momento este Bythos (Abismo) pensó emitir fuera de sí un principio de todas las cosas, y esta emisión que pensó emitir (era) como un esperma, y lo lanzó como en una matriz (latín: quasi in vulva) en la Sigē (Silencio) que coexistía con él mismo, y esta, habiendo recibido este esperma, fue preñada.

Ἰωάννης ὁ μαθητὴς τοῦ Κυρίου βουλόμενος εἰπεῖν τὴν τῶν ὅλων γένεσιν, καθ’ ἣν τὰ πάντα προέβαλεν ὁ Πατὴρ, ἀρχήν τινα ὑποτίθεται τὸ πρῶτον γεννηθὲν ὑπὸ τοῦ Θεοῦ, ὃν δὴ καὶ Υἱὸν Μονογενῆ καὶ Θεὸν κέκληκεν, ἐν ᾧ τὰ πάντα ὁ Πατὴρ προέβαλε σπερματικῶς. San Ireneo, ídem, 1.8.5.
Juan, el discípulo del Señor, queriendo hablar de la génesis de todas las cosas, por la cual el Padre emitió (lit. echó, arrojó, o lanzó delante, es decir, eyaculó, pues se trata de semen) todas las cosas, supuso un cierto principio, lo primero que fue engendrado por Dios, y el cual, por eso, es llamado Hijo Unigénito y Dios, en el cual el Padre emitió todas las cosas espermáticamente (seminalmente).

8. Αὐτὴν δὲ τὴν δύναμιν κατελθοῦσαν σπέρμα φησὶν εἶναι τοῦ Πατρὸς, ἔχον ἐν ἑαυτῷ καὶ τὸν Πατέρα καὶ τὸν Υἱὸν. San Ireneo, ídem, 1.15.3.
Y la misma potencia que descendió, dicen, es el esperma del Padre, que contiene en sí etc.
9. Post oportebit, quemadmodum solem minorem esse quam omnia videmus, longe a semetipso emittenten radios, sic et Propatorem dicere extra et longe a semetipso emisisse radium. San Ireneo, ídem, 2.13.5.
Después, lo mismo que vemos al Sol, que es menor que todas las cosas, emitir rayos lejos de sí mismo, así también será necesario decir que el Primer Padre emitió un rayo fuera y lejos de sí mismo.
10. El agua de la vida (ὕδατος τῆς ζωῆς, Ap 21.6), el pneuma de la vida (πνεύματος τῆς ζωῆς, Ro 8.2; Ap 11.11), el logos de la vida (λόγου τῆς ζωῆς, 1Jn 1.1), la luz de la vida (φῶς τῆς ζωῆς, Jn 8.12), el pan de la vida (ἄρτος τῆς ζωῆς, Jn 6.35), y el autor o causa de la vida (ἀρχηγὸν τῆς ζωῆς, Hechos, 3.15).
11Semen patris omnium, id est Spiritus Dei. San Ireneo, Adversus haereses, 4.30.2.
 El semen del Padre de todos, esto es, el Espíritu de Dios.
12. ἐν εὐτελείᾳ καὶ πενίᾳ ἀνατεθραμμένος, Orígenes, Contra Celso, 1.29.

13. neque in carne natum, neque vere hominem factum. San Ireneo, ídem, 3.18.7; 3.11.8.
14. μὴ εἶναι δὲ ἄνθρωπον μηδὲ σάρκα εἰληφέναι. San Epifanio, Panarion, 24.3.
μὴ εἶναι δὲ τὸν Χριστὸν γεγεννημένον ἐκ Μαρίας μηδὲ ἐν σαρκὶ πεφηνέναι. San Epifanio, ídem, 41.1.
y Cristo no ha nacido de María ni se ha manifestado en carne. 
15. non sic Deus quemadmodum homines. San Ireneo, Adversus haereses, 2.13.3.
16. homo est in infinitum minor Deo, ..., et qui nondum æqualis vel similis sit factori, et qui omnium experientiam et cogitationem habere nom posssit ut Deus, ..., neque semper coexsistebas Deo, sicut ejus Verbum. San Ireneo, ídem, 2.25.3.
17. ὁ θεὸς οὖν ἄνθρωπος ἐγένετο / Deus igitur homo factus est. San Ireneo, ídem, 3.21.1.
Verbum Dei homo factus est.  San Ireneo, ídem, 3.18.7.
18. nemo in totum ex filiis Adae Deus appellatur secumdum eum. San Ireneo, ídem, 3.19.2.
19. ἐπ’ ἐσχάτου τῶν ἡμερῶν / ἐπὶ συντελείᾳ τῶν αἰώνων, Heb 1.2, 9.26; 1P 1.20; 2Pe 3.3, Mt 24.3, 28.20.
20
. ἐπ’ ἐσχάτων τῶν καιρῶν ἡ παρουσία τοῦ υἱοῦ τοῦ Θεοῦ, τουτέστιν ἐν τῷ τέλει ἐφάνη ἡ ἀρχὴ, San Ireneo, Adversus haereses, 1.10.3.
en los últimos (o, en los finales) de los tiempos la parusía del Hijo de Dios, esto es, en el fin apareció el principio.

Χριστὸν δὲ ἥκειν φησὶν ἐπ’ ἐσχάτων τῶν καιρῶν, San Epifanio, Panarion, 44.2.
Y Cristo vino, dicen, en los últimos de los tiempos.

21. Ἰουδαῖος δὲ οὐκ ἂν ὁμολογήσαι ὅτι προφήτης τις εἶπεν ἥξειν θεοῦ υἱόν· Orígenes, Contra Celso, 1.49.
22. eadem dicant et eandem habeant doctrinam. San Ireneo, Adversus haereses, 3.15.2, 16.8.
23. τὴν δὲ ἀνάστασιν ἤδη γεγενῆσθαι διὰ τῶν γεννωμένων τέκνων ὑπὸ ἑκάστου τῶν γεννώντων. San Epifanio, Panarion,  40.8.
y la resurrección ya ha sucedido en los hijos que son engendrados por cada uno de los padres.
ἀναστήσω τὸ σπέρμα σου, suscitabo semen tuum (1Cr 17.11): resucitaré tu esperma.
ἐξαναστήσῃ σπέρμα, resuscitet semen
(Mc 12.19): resucite esperma.

24. neque autem natum, neque incarnatum. San Ireneo, Adversus haereses, 3.11.3.
25. ἄνθρωπος γὰρ ἄνθρωπον γεννᾷ καὶ ἥλιος. Física, 2.2, 194b.
26. Según Filón, el Sol es igual al Padre (ὁ ἥλιος... ἐξομοιοῦται τῷ πατρὶ), y el Logos divino es el paradigma (παράδειγμα) de la luz del Sol (De somniis, 1.73,75,85). Y también, la (sabiduría) de Dios es el arquetipo de la luz del Sol, del cual el Sol es copia e imagen (αὕτη θεοῦ τὸ ἀρχέτυπον ἡλίου φέγγος, οὗ μίμημα καὶ εἰκὼν ἥλιος, De migratione Abrahami, 40).
27. Como lo demuestra ampliamente el hecho de que todos los libros del Nuevo Testamento fueron escritos en griego, y el gran porcentaje de citas de la Septuaginta. Solo este hecho desmiente la posibilidad de que Jesús fuera un hombre histórico, y que el cristianismo se originara en Judea, pues los judíos nativos rechazaban la lengua clásica y todo lo extranjero (Hechos, 10.28), y lo que es más importante, no solo rechazaron el cristianismo, sino que lo prohibieron (Hechos, 4.18, 5.28,40). Por esto, los evangelios están llenos de muestras de esta violenta oposición de los judíos al ficticio Jesús, al que querían dar muerte sin ningún motivo (Mr 14.1,55, Lc 19.47, 23.4, Jn 5.18, 18.38, Hechos, 13.28). Ficción que se convirtió en una horrible calumnia, puesto que era imposible que la muerte afectara al autor de la vida, ni este vio la corrupción (Hechos, 2.24,31; 3.15; 13.37), lo que equivalía a decir que no existió realmente, puesto que el que siembra en su carne (τὴν σάρκα ἑαυτοῦ, es decir, en la mujer → τὴν ἑαυτοῦ σάρκα, Ef 5.28,29), de la carne segará corrupción (Gál 6.8).
Los judíos no son en absoluto amigos de las letras griegas (Οὐ πάνυ μὲν οὖν Ἰουδαῖοι τὰ Ἑλλήνων φιλολογοῦσιν. Orígenes, Contra Celso, 2.33). Tampoco eran amigos de la Septuaginta, a la que consideraban un sacrilegio equivalente al becerro de oro. Aunque el griego era la lengua oficial de Oriente, su uso se reducía a fines administrativos y comerciales, y no religiosos. La Mishná, que no era un texto religioso, sino legislativo, y posterior a los evangelios, fue redactada en hebreo.
La zona central de Palestina, ..., quedó fuera del proceso de helenización que sacudió a todo el Oriente a partir de las conquistas de Alejandro. Es indudable que la cultura helenística fue asimilada poco a poco por los miembros de la aristocracia local, pero no llegó a impregnar de manera profunda a la población, ni siquiera a todo el conjunto de la aristocracia. [...] Todos los intentos de helenización chocaron con el celo de la mayoría del pueblo judío. [...] El peligro de helenización tuvo como respuesta una violenta reacción antigriega en la comunidad judía de Palestina. [...] Se inicia una historia de atracción y repulsión que tuvo en Palestina un acto final violento con la revuelta que encabezaron los macabeos y en la que cristalizaron los sentimientos antigriegos de amplios y mayoritarios sectores de la población judía. [...] Después de las revueltas de tiempo de Trajano se prohibió la enseñanza del griego. (J. R. Ayaso, Iudaea capta, p. 173s, 105, 177, 187. Ver también lo que Renan escribía al respecto en El Falo de Egipto, nota 12.
28. Los tres, aunque distintos, eran una misma cosa, algo así como la naranja, el zumo y la vitamina C.




      ÍNDICE

Esta es la primera página que escribí. Comparo las figuras de Sócrates y de Peregrino Proteo, que son citados por sus contemporáneos, con el ficticio Jesús, que no es citado por ninguno de sus posibles contemporáneos. Todavía tenía una comprensión superficial del mito de Jesús.

Esta es la segunda página que escribí, y fue concebida como la página principal del blog. La página está hecha, como casi todas, con un gran número de citas de diversos autores patrísticos, que yo mismo traduje en la mayoría de los casos.

Esta página es la segunda parte de la anterior. Sobre la identificación del Semen y la luz solar, fundamental para entender el mito del Hijo de Dios, puesto que Dios y su Hijo se definen como luz (Jn 8.12, 9.5; 1Jn 1.5).

Esta es la tercera página que hice, sobre textos de san Justino y de Clemente de Alejandría. Es una extensión de la anterior.

Esta es la cuarta página que escribí. La parte principal está dedicada al análisis del mito de las dos parusías.


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Estas primeras páginas fueron mi contacto inicial con el mito principal del cristianismo (el Hijo de Dios), y por ello tienen mucho de tanteo y ensayo. Estas páginas no tienen notas (excepto la primera), porque decidí incluirlas en el cuerpo del texto, aunque esto tiene el inconveniente de hacer más engorrosa la lectura. Sin embargo, en las páginas posteriores opté por poner las notas aparte. Recomiendo la lectura de las notas explicativas. Cuando empleo citas en griego o en latín, siempre doy la traducción literal del texto, o viceversa, para que el lector pueda comprobar el texto original.
A partir de aquí casi todas las páginas que hice están basadas en textos de autores patrísticos o de autores clásicos, que de un modo u otro se relacionan con el Falo o Padre, y el Semen o Hijo. Otras páginas están dedicadas a la crítica de libros y al mito de Jesús.


Esta página es como un preámbulo del blog. En ella expongo el motivo por el que empecé a escribirlo, y el modo de hacerlo.

Esta página era en proyecto más extenso que no hice. Pero la dejé así, porque el texto de Aristóteles (ya citado en Esperma: semen o simiente) es significativo por su relación con el evangelio de Juan.

Sobre textos del Nuevo Testamento.

Sobre textos del Nuevo Testamento.

Sobre textos del Nuevo Testamento.

Sobre textos de san Justino.

El semen del Falo cósmico: el Logos
Sobre textos de san Justino.

El semen del Falo cósmico: semen Patris
Sobre un texto de san Ireneo.

El semen de los hombres
Sobre textos del libro de Orígenes De principiis. Texto latino y traducción mía.

La Gran Puta Madre: la Iglesia
Sobre textos del Nuevo Testamento.

La Gran Puta Madre: la Iglesia 2 
Sobre un texto de la Segunda epístola de Clemente, y otro de Clemente de Alejandría.

Sobre un texto de Orígenes, y otro de san Metodio de Olimpo.

Novias
Sobre la fantasía del alma como novia o esposa. Textos de Orígenes, y de san Ireneo.

Semen est verbum Dei
Sobre el versículo 8.11 del evangelio de Lucas.

Sobre la relación de la resurrección y la reencarnación.

Sobre textos de san Isidoro de Sevilla. Texto latino y traducción mía.

Sobre los textos de Nag Hammadi que se refieren al esperma. Esta es una de las páginas en las que más trabajé. Tuve que estudiar copto para leer los textos. La traducción que hice está basada en las traducciones inglesa, francesa, y española, pero siguiendo el texto original, que consulté en la Biblioteca Nacional.

Alegoría y ficción
Sobre un texto del libro De principiis, de Orígenes. Esta es una de las páginas en las que más trabajé, por la longitud y la dificultad del texto. Traduje este texto porque demuestra claramente que los evangelios no eran leídos como un relato histórico, sino alegórico o simbólico. Una vez traducido, comencé a leer los libros de Filón de Alejandría, ya que Orígenes utilizaba el mismo sistema alegórico de explicación de los textos bíblicos que Filón había utilizado dos siglos antes. Por esto, a la introducción del texto decidí añadir un resumen de las coincidencias de los libros de Filón y los del Nuevo Testamento, que en mi opinión demuestran claramente cuál era el origen del cristianismo.

Sobre el término «nazareno».

γενόμενον ἐκ γυναικός / nacido de una mujer

Sobre esta expresión de la epístola a los Gálatas. Esta es una de las páginas en las que más trabajé, debido a la gran cantidad de textos que tuve que consultar y traducir.

El Falo cósmico: el Padre de todos
Sobre el mito de un Padre celestial.

Sobre textos del libro de Tertuliano De anima. Texto latino y traducción mía. Esta es una de las páginas en las que más trabajé, porque añadí un breve estudio sobre esta fantasía en santo Tomás.

Identidad y diferencia del semen y el alma 2
Sobre textos de Orígenes. Texto latino y traducción mía.

Sobre textos de santo Tomás. Consecuencia del estudio realizado para la primera de las dos páginas anteriores. Texto latino y traducción mía. 

Sobre la ficción de un Jesús histórico. 
Crítica del libro colectivo ¿Existió Jesús realmente?

Jesús nunca existió 2
Sobre la ficción de un Jesús histórico. Sobre un texto de Orígenes.

Sobre la ficción de un Jesús histórico.

Sobre la ficción de un Jesús histórico. Sobre la ausencia de los nombres «Galilea» y «Nazaret» en las epístolas.

Jesús nunca existió 5
Sobre textos del Nuevo Testamento.

Jesús nunca existió 6
Crítica del libro Jesús, de Jürgen Roloff


Filón de Alejandría y el mito de Jesús
Sobre los paralelos de los libros de Filón y los del Nuevo Testamento.
Sobre un texto de Jean Daniélou. Texto francés y traducción mía.

Filón de Alejandría y el mito de Jesús 2
Sobre textos de Filón de Alejandría

Crítica del libro de Étienne Trocmé Jesús de Nazaret, y de los libros de John Shelby Spong Jesús, hijo de mujer, y La resurrección, ¿mito o realidad?

Crítica del libro de Ernest Renan Vida de Jesús.

Klausner y el mito de Jesús
Crítica del libro de Joseph Klausner Jesús de Nazaret.

Metafísica de los sexos
Crítica del libro de Sylviane Agacinski.

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Textos diversos

Sobre un texto de Pausanias.

Sobre un texto de Jámblico.

Sobre un texto de Diodoro Sículo, y otro de Voltaire.

Sobre textos de Eurípides y de Lucrecio. Texto griego y latino, y traducción mía.

Falo solar y paternidad espiritual
Sobre un texto de Ananda K. Coomaraswamy.

El útero de la tierra
Sobre un texto de De aeternitate mundi (Pseudo-Filón).

Sobre un texto de la Encyclopedia of sex and gender, y otro de Ashley Montagu.

Sobre un texto de Marvin Harris. Texto inglés y traducción mía.

Espermatofagia 3
Sobre un texto de La contienda entre Horus y Seth, en varios idiomas.

Fanes: el Semen primigenio
Sobre el himno órfico 6, y sobre textos de Proclo y de Damascio. Texto griego y traducción mía.

Sobre textos del libro de David E. Hahm, The Origins of Stoic Cosmology. Texto inglés y traducción mía. Esta es una de las páginas en las que más trabajé, por el gran número de textos que tuve que traducir. Esta página es fundamental para comprender por qué se dice que el espíritu es lo que hace la vida (τὸ ζῳοποιοῦν, Jn 6.63; 1Co 15.45; 2Co 3.6), y se habla de nacer del espíritu (Jn 3.6,8), que era visto como un líquido que se bebía (1Co 10.4, 12.13), y con el cual se bautizaba (Mc 1.8; par.; Jn 1.33; Hechos, 1.5).

Priapus
Sobre textos de Diodoro Sículo. Texto griego y traducción mía.

Sobre un texto de CIL (Corpus Inscriptionum Latinarum). Texto latino y traducción mía, y nueve traducciones más a varios idiomas.

Sobre un artículo de Maurice Olender. Texto francés y traducción mía.

Sobre un artículo de Miroslav Marcovich. Texto inglés y traducción mía.

Sobre textos de san Jerónimo, y de Augustin Calmet. Texto latino y francés, y traducción mía.


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En esta página, falos de Bután, y de Haesindang Park (Samcheok, Corea del Sur).
La procedencia de las fotos es esta:  Bhutan 1 Bhutan 2 Haesindang 1Haesindang 2. 

Publicado el 21 de febrero de 2015.

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